Río de miel.

No pienses que la situación no es extremadamente dificil para mí sobrellevarla. No es sencillo olvidar a quien tanto se ha amado. Sería como intentar ocultar el cielo, el sol y la tierra con tan sólo las manos, es desgastarnos y es probable que algún día todo salga a la luz.

Quisiera que por favor comprendieras mi posición, que tu edad es corta en comparación a la mía, pues supero casi que por ocho años tus aniversarios y soy el culpable de que me ames con toda la fuerza de tu corazón.

Que terrible sería que los humanos pudiésemos ver a través de la piel los secretos que escondemos en el alma, que pudiésemos ver lo que hay debajo de la piel o de la ropa, pues nuestro secreto saldría a la luz y todos sabrían como nuestros corazones se aceleran con la emoción que les produce la idea de unirse, pero es imposible culparlos, en razón a que son dos pensamientos que a la par germinan, dos besos que quieren explotar, dos almas que se confunden como lo son la tuya y la mía. Es un beso que devuelve la calma.

Sin embargo, pese a mis calendarios no creas que soy un marinero que se acerca al puerto, besa a su enamorada y parte de nuevo. No soy una ola que viene y va a la playa, borrando las huellas que quedan de la gente al pasar. Al contrario, pienso adorarte hasta el final, aunque sea probable que después me rompas el corazón.

No me culpen cuando sepan los detalles de esta historia, es que ella como su caminar, con su sonrisa y su hermosa figura me lleva a la luna, me atrapa y me encanta.

En alguna ocasión ella me sugirió que pasara la pagina, me dijo con una fe inquebrantable que no le importaban ni mi edad, ni mis años y hasta remedando mi acento de cercanías al mar me hizo tomar una resolución, asegurando que era mi decisión.

Cuando eso ocurrió y vi la firmeza de sus palabras, no lo dudé ni un momento. Es una seductora encantadora que en sus labios corre el dulce río de la miel, a la que hasta el sol da paso como se lo da a la luna y permite llevar hasta la desembocadura el éxtasis infinito del placer.

Así que la conclusión es que no me importará que al besarnos, todos se den por enterados que ella tiene un encanto en su mirada que me lleva a la luna, me atrapa y me encanta.


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