El silencio.

La manera en la que siento tu cariño es cuando permites que mi amor te abrace de forma íntegra y con la totalidad de su fuerza. El silencio es la aceptación tácita y discreta con la que me dejas quererte. Tus besos vienen siempre acompañados de una invitación sutil, mediante la cual mi boca es partícipe del contacto inminente y altamente deseado con tus labios.

A pesar de ello, dudo, con argumentos certeros, que ni las palabras, y mucho menos las acciones, me podrían asegurar que en algún momento me hayas dado tu cariño o que tu amor haya acaecido en la realidad concreta y mesurable del tiempo. Tal vez puedan dar fe de mi querer y corroborar su existencia en rigor las hojas de color blanco impecable frente a las cuales fui sorprendido por el impulso efímero de expresarte mi sentir, detenido por el peso de los hechos; quizá el aroma de tu perfume en el ámbito de mi vida, los recuerdos inolvidables de tu sonrisa preciosa y de tus hermosos ojos cafés, las manifestaciones con las que atraje tu presencia, el registro de las llamadas nunca contestadas y la trazabilidad de los mensajes jamás respondidos. Sin embargo, nada puede dar testimonio de tus sentimientos.
 
No obstante, encuentro colgando en tu mirada, que penetra mi alma, a mis emociones mudas, sin el valor de emitir siquiera sonido alguno, por el miedo impávido que me genera descubrir que tus afectos no acontecen al mismo tiempo que los míos, la triste verdad que significa que tus sentimientos por mí no existen y me encuentro aferrado a tu boca, que lo comunica todo sin decir nada en lo absoluto, sin tener la fuerza suficiente para al menos mirarte, por el aterrador presagio de no hallar en tu mirada preciosa el mismo anhelo que ilumina mis ojos al observarte. No vaya a ser que ocurra mi mayor terror y descubra, con preguntas cuyas respuestas presiento por conocer sus posibles réplicas en virtud de acciones previas, con caricias que jamás me serán dadas y con silencios que contendrán el doloroso veredicto que conlleva la desolación inmensa y abrumadora de quererte con cada célula de mi cuerpo sin ser correspondido.

Asumiré con pesadumbre la responsabilidad de aceptar que en algún momento sentí que me mirabas con amor, un amor tejido con los hilos de mi imaginación.


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