Fuego.

Han sido un placer todos estos momentos que he compartido contigo, realmente estoy agradecido, a decir verdad, no he encontrado la forma de retribuir las sonrisas que me has obsequiado. Por eso intento regalarte besos pero nunca son proporcionales al sentimiento de tranquilidad que me invade al ver tu rostro.

Pasé mucho tiempo tratando de iniciar este escrito, pensé en describir lo que sentía al estar contigo, pero francamente no me pude topar con la manera más clara de expresarte lo bien que me siento cuando acaricio tu cuerpo. 

Realmente no sé qué hacer para sacarte más sonrisas, casi que no encuentro pretextos para robarte unos minutos de tu tiempo, pero cuando los obtengo puedo asegurarte que no me quisiera ir y te confieso que cada momento previo a verte me lleno de nervios, pero las horas pasan rápido cuando beso tus labios y sé que pronto te tendrás que ir pero aún sin que te hayas marchado ya quiero que estés conmigo de nuevo. Tal vez eso describe un poco de lo que siento al tenerte muy cerca de mi. 

Y te he llegado a admirar, pero no pienses que sólo me refiero al plano superficial, eres alguien que vale la pena, eres alguien fuerte, una mujer sincera que no tiene que sentirse débil tratando de aparentar fuerza. 
No tengas miedo, evita las dudas, arroja esos sentimientos negativos a una fogata y quemalos, yo te acompañaré mientras tus inseguridades arden y me sentaré a conversar contigo de temas que te den alivio, pero si no quieres hablar te entenderé y te haré compañía con mi silencio desde la distancia, permaneciendo atento por si en algún momento necesitas que esté cerca a ti. Para entonces será un placer haber visto como arde tu fuego y dejaré mi buzón abierto por si algún día decides enviarme la invitación a quemarnos en un lugar donde nadie nos esté viendo.

Pero hasta entonces seguiré escribiendo unos versos mentales mientras te admiro y busco pretextos para hacerte sonreír.

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