Sin rumbo.

Conduzco por la noche sin tener un punto de llegada y con frecuencia los recuerdos de ti me embarcan a tal punto de llorar por lo arrepentido que me siento de todas las palabras que estuve a punto de decirte pero que como un cobarde jamás pude pronunciar. 

Con tanto dolor a mi alrededor es inevitable que me hunda en mis pesares y que me ahogue con mis propias lágrimas, pero el peor sentimiento es el de soledad que se acerca poco tiempo después de comenzar a llorar y aunque sé que las estrellas a lo lejos me acompañan, están muy distanciadas, no me pueden consolar. No les queda más remedio que verme llorar.

Qué duro golpean tus recuerdos...

La vida parece estar empeñada en hacer que sufra, y para aumentar mi aflicción suena en la radio tu canción, la que tanto me decías que te encantaba, la que repetías en infinidad de ocasiones, la que siempre te incitaba a bailar, esa canción que cada que la escucho me recuerda inevitablemente a ti.

Y como si sintiera mi dolor cae lluvia, cómo si la noche compartiera mi angustia lloriquea igual que yo mientras las gotas de agua cae por la ventana y suena tu canción me encuentro perdido en este inmenso pesar. Pero la lluvia rápidamente se detiene, abandonandome al igual que lo hizo tu amor.

Pero sin importar cuánto me duela yo sigo conduciendo como un vago sin rumbo suplicando por tus besos, pero todo me recuerda a ti porque las luces de los autos brillan como la estrellas, esos mis luceros que fueron testigos de nuestro amor. Sin embargo, trato de evitar esos pensamientos entretanto afanosamente acelero como si me esperarán tus labios pero realmente no es cierto y de a poco me convenzo que nuestro último beso fue ciertamente nuestro adiós.

Quisiera saber si aún sientes algo de amor por mi pero tantos pensamientos inútiles sólo me hacen sufrir y trato de olvidarme de ellos mientras me concentro en el camino que recorro pero se me hace eterno y sin ti siento morir. Voy por la vida sin rumbo pero con el mayor deseo de tener cerca a mí.