Muere por mi.

Yo no soy un hombre apuesto, mucho menos me atrevería a decir que soy perfecto pero soy el dueño del corazón de una mujer que no se interesa por mi aspecto, más bien en los sentimientos y en la manera tan profunda en que la quiero sin importarle que no le retribuyo con el mismo amor.

Mi persona está llena de defectos, pero no solo en mi apariencia física radican estos pues puedo ser terco, arrogante, poco humilde en ocasiones, intolerante, con el ego por el cielo, buen amante solo por complacer mis cometidos, desconsiderado y fríamente avaro pero mi amada no se fija en esto, aunque le he fallado más de una vez ella insiste en ver lo mejor de mi, echa a un lado mis faltas y se percata solo en las buenas acciones que he tenido para con ella, una mujer preciada pero que no he sabido valorar.

Le he faltado en repetidas ocasiones a mi prometida, pero la quiero con sinceridad y aunque suene descarado ninguna mujer se compara con ella pero insisto en buscar en la piel de otras féminas el placer obsesivo del que siempre tengo sed, el deseo sexual que me ciega y me imposibilita de ver con claridad el amor sincero que solo mi novia me sabe dar. No obstante el placer, la tranquilidad de mi alma se encuentra depositada en sus ojos y la manera tan dulce en que calma mis impulsos, ella es el equilibrio de mi vida.

Le he roto el corazón varias veces ya, pero su filosofía es amarme sin medidas, me perdona cada vez que le he sido infiel, ella muere por mi, no ve las deficiencias que he ocasionado en nuestra relación pero, sin titubear o reflexionar acerca de mis imperfecciones, ella me da una oportunidad más, pues cree ciegamente en mis mentiras y dice con seguridad que soy su verdad, me aprovecho de su nobleza sin importarme las noches que ha pasado en vela sufriendo por este amor malagradecido.

En sus ojos soy lo más hermoso, perfecto, precioso, el hombre de sus sueños pese a que no me la merezco ella muere por mi y las lagrimas de mi pluma negra la embriagan con los versos de un amor que no le corresponde a lo incondicional de su cariño.