Un alma frágil.

¿Qué fue lo que realmente perdí ese día?

Me había olvidado por completo de aquél recuerdo, hacía mucho tiempo que mi mente no escudriñaba el cajón de memorias donde he guardado todo lo que el viento en su afán se ha llevado.

El paisaje del camino me había hecho perder la noción del tiempo, había dejado de sentir el daño que me causa tu ausencia y las hojas de los arboles ya no decían tu nombre cuando caían al suelo. Hasta había olvidado casi por completo tu aroma. 

Fue la luna de Mayo quien presenció aquélla ocasión en la que nos vimos por última vez pues cuando cayó la noche los dos nos desaparecimos paulatinamente pero nuestras almas divagaban en la habitación, como si no tuviesen el deseo de irse, como si quisiesen intentarlo una vez más. 
Lo único que se escuchaba en ese oscuro momento era el sonido del viento cuando entraba por las ventanas sin preguntar golpeando las paredes, ya que ninguno de nosotros decía ni una palabra pues nuestros actos habían sentenciado el futuro, un futuro en el cual estaríamos lejos el uno del otro.
A pesar de eso, aún nos encontrábamos ahí, frente a frente, pero sin siquiera poder dirigir la mirada directamente a los ojos del otro. Sabíamos que era inevitable la separación, así que solo un abrazo mudo nos despidió. 

Nunca más he visto su figura pero todos los días mi alma sueña con tener el amor con el que vivíamos, perdidos en la sonrisa que emanaba de la felicidad ocasionada por el otro.

En algún lugar no muy lejano un alma frágil pero con palabras valientes se oculta así misma para tratar de olvidar un pasado que se encuentra escrito en su piel, mientras que otra alma navega por el mundo tratando de buscar el amor que un día perdió.
Quizás esas sean nuestras almas pues corres para alejarte de mi mientras yo he perdido el aliento tratando de alcanzarte y miento con frecuencia diciendo que te olvidé, cuando en realidad nunca borré tu recuerdo de mi memoria.

Adiós, porque incluso cuando ya no podamos encontrarnos nuestros corazones siempre querrán estar cerca sin importar los corazones de sus alrededores, quizás la razón sea que el destino nos guarda algo más o porque somos aquél amor frustrado con el que siempre anhelaremos estar.

Adiós porque incluso cuando todo haya acabado siempre nos esperará algo más.

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