Contraste.

En ese momento no tuve otra reacción, no podía creer lo que mis ojos veían. 
Mi grito fue una reacción involuntaria de mi cuerpo, mi cerebro no encontraba una explicación que calmara esa fuerte lluvia de dudas que caían sobre mi cabeza. 
Tan solo ayer me decías que me amabas, pero hoy te estas casando con otro hombre, ¿acaso en tan poco tiempo pudiste olvidarme?

Ahí estaba yo, en medio de la iglesia, rodeado de todas las personas que invitaste a tu matrimonio, con todos las miradas apuntándome y con una expresión triste pero a la vez sorprendida en el rostro.
Allá estabas tu, con cara de que te habían tomado infraganti, de que no todo te había salido como lo planeaste pero también con una cara de tristeza. Quizás comprendiste en ese momento de que yo te quería con todo mi corazón pero en ese instante todo mi amor se rompió en miles de pedazos.
A tu lado se encontraba tu prometido, quizás él no tenía idea de todo lo que estaba pasando, no sabía quien era yo, ni toda nuestra historia, ese día, al igual que yo, se hundió en los mares de la realidad, pero parecía, de manera cínica, disfrutar el momento.

Perdón por haberte gritado en medio de la gente, lo siento mucho por interrumpir tu boda, pero creía que yo sería quien se casaría contigo...

Limpié una lagrima que en ese momento se disponía a recorrer mi rostro, dí media vuelta y caminé para salir de la basílica pero escuché tu voz llamándome y sentí tus pasos seguirme, trataste de darme una explicación a todo lo que había visto pero para mi estaba todo claro: Preferiste la estabilidad económica, el dinero, las casas, los carros, los viajes, las joyas y los lujos antes que un amor verdadero.

Juro que jamás pensé que me encontraría en una situación tan penosa como esa. Me sentía humillado pero sobre todo, triste, pero había un gran contraste en esa boda debido a que mientras yo me encontraba lamentando una derrota, del otro lado un hombre estaba de pie, muy cerca del altar observando todo con cara de satisfacción, como si disfrutara mi sufrimiento, como si gozara ver mi rostro devastado por la tristeza. 
Él debía sentirse victorioso, quizás creía que se llevaba el premio mayor junto con la medalla de honor y yo era el hombre derrotado que salía por la puerta trasera con el titulo de perdedor.

Luego de esa penosa situación tiré al río el anillo de compromiso que recién había comprado, era algo sencillo pero que representaba todo el amor que quería darte el resto de mi vida, aunque de seguro no se comparaba con la joya lujosa que te debió regalar tu nuevo esposo.

Ese día perdí a una mujer, perdí el amor que le tenía y sobre todo, perdí mi corazón ya que murió, así como el amor que sentía por ti.

Comentarios

Entradas populares