Prefiero idealizarla.

La noche de ayer fue una de las mejores que he tenido en estos últimos días de mi vida. 

Soñé que estaba con la mujer que me trae locamente encantado, pero con la que ni siquiera hablo, solo puedo verla desde lejos, enamorado de su elegante forma de caminar.

Mi sueño tenía una trama adictiva: Me encontraba acostado en una cama con una copa de vino en la mano, observaba como ella se vestía con sus hermosas ropas, deseando respirar una vez más su embriagante aroma. Sabía que tal vez no iba estar de nuevo en ese paraíso con aquella diosa que caminaba a mi alrededor y que con su delicada voz hipnotizaba mis sentidos.

Le pedía que volviera a la cama, todo lo que pasó esa noche, en ese hotel, no tenía porque terminar en ese momento. 

Ella decía que teníamos que mantener el secreto, al parecer era lo que más le importaba, por mi parte lo más relevante era no quedarme sin ella. Esas cuatro paredes que fueron testigos de como bajamos las estrellas del cielo a ese apartamento se convertirían en mis enemigas, se tornarían frías e infelices si ella se iba.

Solo quería estar un par de horas más acariciando su piel tan suave.

Ella debía irse aunque en la realidad lo que sucedía era que yo tenía que despertar de un mundo de ilusiones y añoranzas donde tengo todo lo que quisiera tener en mi vida.

Probablemente debí dormir un rato más para alargar mi instancia en aquel Jardín del Edén.

Le grité que no se fuera, en ese momento sentí como la soledad y el peso de una realidad sin ella me aplastaba sin ningún tipo de piedad o clemencia.

El sonido de la puerta producido por su salida fue la manera más detestable en la cual he despertado. 

La cabeza me daba vueltas, yo solo quería conciliar el sueño para ir de nuevo a ese mundo mágico donde estuve con ella y nos hicimos un solo ser, respirando cada uno de nuestros suspiros.

No les puedo mentir, señores. La veo muy seguido en mi día a día, mis amigos me dicen que me arriesgue y que hable con ella, pero no quisiera ser rechazado una vez más. Prefiero idealizarla, pensar que es una diosa que camina entre nosotros los mortales en vez de aumentar los mares con el llanto que ocasiona mi sufrimiento en virtud de una desilusión amorosa.