Toda una diosa griega.

Me estoy enamorando de los amigos, las fiestas y los buenos vinos. 
Nos estamos enamorando de estar hasta altas horas de la noche en las calles de la capital, pero esta noche en particular me estoy enamorando de ti.

He esperado toda mi vida por una chica como tú, una chica que me haga suspirar con tan solo tocar mi piel. 
Tú solo dime a donde debo ir y en menos de un segundo iré a por ti.
Podemos irnos a mi habitación si el exceso de ruido que hay en esta fiesta te incomoda. Quiero que me sorprendas con la desnudez de tus pensamientos más profundos, esos que no le enseñas a nadie, no pido mucho, solo quiero ver dos o tres.

Tal vez ya he gastado todo mi dinero con aquellas chicas que estaban con mis amigos, pero aún tengo todo lo mejor de mí solo para ti, tu eres la señora y dueña de lo mejor que puedo ofrecer, nadie más lo merece. 

No es necesario que me digas lo que quieres, en tu mirada observo todo lo que anhelas hacer y tener. 
No te imaginas el paraíso al que te quiero llevar. 
¿Conoces el Monte Olímpo? Es la morada celestial de los dioses griegos, allí solo pueden ir las deidades, pero hoy, las divinidades harán una excepción y lanzarán los dados del azar a mi favor y me será permitido llevarte hasta allá para que sea otorgada a ti la embestidura de toda una diosa griega.

Podrás arrodillarte para exaltarme o me acostaré para besar y adorar tu cuerpo, muy cerca de tu ombligo, quizás no tan cerca como sé que lo imaginas.

Ven, déjame mostrarte de lo que estoy hablando:
Si me dejas adorarte, bajaré las estrellas que iluminan la casa de los dioses a tus pies, te haré suspirar tanto que moverás las aguas del mar convirtiéndolas en olas gigantescas y tus saltos moverán la tierra misma. Serás omnipresente, estaremos en todos los lugares de la galaxia sin movernos de nuestro reino de pasión y los olímpicos se irán a la fiesta en la que estábamos, ocupando nosotros así su lugar en el reino divino.

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